No se puede enseñar lo que no aprendiste pero, a la vez que enseñas aprendes porque el otro es tu maestro, funcionando como espejos.
No todas las enseñanzas provienen de las palabras o el intelecto; hay enseñanzas que entran a través de los ojos como las actitudes y conductas que sirven de ejemplo, las que se realizan con impecabilidad, a conciencia.
De allí la importancia que tiene la forma en que te muestras y lo que tu conducta refleja.
De allí la necesidad de entender la importancia de reflejar equilibrio, amor, paz, balance en todos y cada uno de tus actos.
De allí la necesidad de mantener el equilibrio, de accionar con justicia, sin enojos, de practicar el amor, la amistad, la comprensión.
De allí la importancia de entender con sabiduría para entregar amor, comprensión, paz.
De allí la relevancia de contemplar con amor el camino elegido, sea de dolor y sufrimiento o no; la importancia de no juzgar, comparar o agredir, enarbolando banderas que sólo llevan crítica y desamor.
En un solo acto, en instantes, pueden aprenderse lecciones que duran toda la vida y hasta generaciones.
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