Estamos aquí reunidos para manifestarte nuestra complacencia por tu accionar, por la forma en que logras llegar a los que a ti llegan, por tu forma de explicar lo que sabes haciendo ver la posibilidad de que el que escucha, también puede lograrlo; la forma de hacer entender su rol dentro del arte de sanar; la forma en que logras despertar con amor los corazones dormidos y abandonados, esos corazones solitarios que desean ser como tú y poder transmitir lo que tu transmites: luz, amor, confianza, oportunidad, posibilidad de reencuentro con la esencia de su ser. Por todo ello te amamos y bendecimos.
Estás aprendiendo ahora a mantener sola nuestra energía, por eso estás cansada pero es natural que así sea.
Esas personas no olvidarán los momentos que vivieron y las hará desear elevarse más cada día, buscarán tu sostén y deberás dárselo hasta que sepas que pueden caminar solas, por si mismas. Regálales tu fortaleza para que puedan avanzar. Luego, solas partirán y otras llegarán. Así el círculo se expande, se amplía cada día más.
Así es tu tarea: día a día, persona a persona, con mucho amor y respeto, con mucha tolerancia para que no abandonen el intento. Así, día a día, te acompañamos, guiamos y fortalecemos y también disfrutamos al igual que tú.
Ese disfrutar proviene de la posibilidad de servir, de ayudar, de comprender lo que otros seres están atravesando, sean o no situaciones de crisis. Comprender y acompañar esa es tu tarea también. Pero no te abandones a ti misma en este modo de funcionar. También tú necesitas seguir evolucionando.
Así, desde el corazón de amor del Padre, te bendecimos y agradecemos tu voluntad, tu fortaleza, tu serenidad, tu sabiduría y tu entendimiento.
Desde el corazón de amor del Padre vamos a tu lado cada vez que te mueves, limpiando tus caminos.
Queda en paz, en la paz que da la satisfacción del trabajo realizado con amor.
Te amamos profundamente.