SER FELIZ - La mejor Manera de Sanar

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jueves, 18 de febrero de 2010

Formando parte del TODO

Hoy pedí a los ángeles que guiaran la meditación diaria.

Me indicaron que me hiciera muy pequeña, muy, muy pequeña; tanto que pudiese entrar dentro de mi cuerpo sin sentir dolor. Así lo hice y pude, según sus indicaciones, entrar dentro de mi propio cuerpo.

Estaba todo muy oscuro, pero no tenía miedo. Luego, mi cuerpo comenzó a iluminarse por dentro; se iluminó cada parte de el. Yo observaba solamente.

Me pidieron que observase cómo todo mi cuerpo se iluminaba y que cuando viese que toda esa luz se concentraba en un solo punto, la atravesara rápidamente. Así lo hice y, luego de atravesarla, me ví flotando en el espacio; era como una pequeña partícula en ese inmenso espacio vacío. Me mostraron allá lejos, la tierra; casi no se la veía y me explicaron que todos éramos parte de este universo, que todos éramos uno.

Luego me dijeron que, en determinado momento, yo salía de ese inmenso espacio vacío por un momento, para ir hasta la Tierra a cumplir una tarea, con una misión definida y con un aprendizaje, y luego regresaba ahí nuevamente, en una rueda infinita.

Pero llegaba un momento en que yo, desde la Tierra, podía darme cuenta que todos éramos UNO y que yo era una parte inseparable de ese Todo, que cada viaje a la Tierra o cada movimiento sólo era temporal, para aprender algo o realizar alguna tarea específica y luego regresaba a ocupar mi lugar en ese Todo.

Luego me dijeron que, una vez aprendido esto se llegaba a otro nivel, otro escalón en la evolución de cada uno y me mostraron un espacio que sólo era Luz.

Me explicaron que como yo ya había entendido, estaba ahora en ese nivel, que estaba en el nivel de ellos mismos y que, por lo tanto, debía aprender sólo a CONFIAR y a TENER FE porque mi misma tarea, mi misma evolución, no permitía que tuviese contratiempos en el plano terrenal, que sólo debía confiar en eso, en Dios y no preocuparme.

Dijeron que el estado de profunda paz y concentración en el que me encontraba, debía trasladarlo aquí, a mi vida diaria, en forma permanente pues ese era mi nuevo nivel y que en el debía moverme de esa manera para sanar, ver, entender.

No me dejaron escribir durante la meditación y no hubiera podido hacerlo. Dijeron que yo ya había alcanzado ese escalón y me dieron la bienvenida. Me explicaron que era importante que así lo sintiera y lo creyera para los trabajos de sanación y todos lo que tuviese que hacer aquí en la Tierra.

Finalmente sentí cómo me hacían regresar, paso a paso. Pude sentir cómo cada uno de mis cuerpos ingresaba nuevamente a mi cuerpo físico.